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PADRE HURTADO

BIOGRAFIA
Nació en Viña del Mar el 22 de enero de 1901, y fue el mayor de dos hermanos de la familia formada por Alberto Hurtado Larraín y Ana Cruchaga Tocornal. La muerte de su padre, ocurrida cuando tenía 4 años, significó el traslado de la familia de su fundo en Casablanca, a Santiago.

En 1909 ingresó al Colegio San Ignacio de Santiago. En 1915 conoció al padre Fernando Vives Solar (s.j.), su profesor de Historia, quien influyó decisivamente en él.
Tras finalizar sus estudios secundarios, ingresó a estudiar Derecho en la Universidad Católica y también trabajó para mantener a su familia, en El Diario Ilustrado, periódico que defendía los ideales católicos y conservadores.
En 1919, cuando entró al Partido Conservador como prosecretario rentado, ya tenía una visión más madura de la política.

El 15 de agosto de 1923 ingresó a la Compañía de Jesús, realizando su preparación en Chile, Argentina, España y Bélgica. Estando en Lovaina, el 24 de agosto de 1933, fue ordenado sacerdote por el cardenal Van Roey, primado de Bélgica.
En 1934 fue comisionado por el Ministerio de Educación de Chile para estudiar en Bélgica y en Alemania. Se dedicó especialmente a reunir antecedentes sobre temas pedagógicos. Al año siguiente, el 10 de octubre de 1935, recibió su grado de doctor en Pedagogía.
Luego de recorrer Europa en misión profesional, regresó a Chile en febrero de 1936.

•Maestro y guía espiritual
A partir de 1936, el padre Hurtado inició una corta, pero intensa y fructífera labor pastoral. Entusiasmado con la Pedagogía y especialmente con el pensamiento del famoso pedagogo norteamericano John Dewey, hizo de su lema una acción: “La educación es vida, no preparación para la vida”.

Sus ideas prosperaron rápidamente en las aulas del Colegio San Ignacio, en su curso de Apologética del sexto año de Humanidades. La comunicación con sus alumnos era esencial, como él mismo señaló: “Es mucho más fácil enseñar que educar; para lo primero basta saber algo, para lo segundo, es menester ser Algo”.

•Pescador de almas
Como profesor de Religión y director espiritual del Colegio y de la Congregación Mariana de los Jóvenes, la labor de Hurtado se orientó a aumentar las vocaciones sacerdotales.

El 9 de octubre de 1938 se puso la primera piedra del Noviciado, cuya construcción había quedado a su cargo; se consagró a la difícil tarea de obtener los fondos para el edificio. Anexo al Noviciado se construyó también La Casa de Ejercicios de Marruecos –en la localidad del mismo nombre, que actualmente se llama Padre Hurtado– otra obra suya.

•Jóvenes soldados de Cristo
En 1941 Alberto Hurtado fue nombrado asesor de los jóvenes de la Acción Católica de la Arquidiócesis de Santiago, y pocos meses más tarde, de los jóvenes de la institución en todo Chile.

Su objetivo era colocar a los universitarios que allí participaban frente al mundo real y concreto, levantando la consigna de: “¡Formar al Hombre, formar al Cristiano, formar al Jefe!”.

El dinamismo que le imprimió a su trabajo permitió que la institución creciera de 1.500 jóvenes y 60 centros en 1941, a 12.000 adherentes y 600 centros hacia 1944.

•El Servicio de Cristo Rey
En 1943 el padre Hurtado estimuló la formación del llamado Servicio de Cristo Rey, que agrupaba a jóvenes que se consagraban a vivir plenamente su fe y aceptar todos los sacrificios que trajera consigo el apostolado de la Acción Católica.

Él mismo elegía a los miembros de este verdadero ejército, que se enrolaban por un año, prestando su promesa ante el Santísimo Sacramento, por lo que recibían como distintivo un crucifijo que llevaban oculto sobre el pecho.

Su acción no dejó de tener adversarios. Finalmente, las diferencias con monseñor Molina, padre general de la Compañía de Jesús, lo motivaron a dejar su cargo, en noviembre de 1944.

•Los pobres: “Cada uno de esos hombres es Cristo”
En octubre de 1944, mientras realizaba un retiro para un grupo de señoras a las que explicaba el Evangelio, de repente el sacerdote se quedó en silencio pensativo y luego les señaló su encuentro con un mendigo enfermo y hambriento que le pidió ayuda. “Cada uno de esos hombres es Cristo. ¿Y qué hemos hecho por esos hijos que andan por las calles bajo la lluvia y duermen en las noches de invierno en los huecos de las puertas y suelen amanecer helados?

Esas cosas pasan en un país cristiano... ¡Qué bueyes somos los católicos, qué dormidos, qué poco inquietos por la solidaridad social! ¡Todo son dificultades, tropiezos, escándalos!”, les dijo.

Su discurso fue vehemente e impresionó a sus auditoras. Fue un hecho providencial: sin pensarlo, el Padre Hurtado recibió importantes donaciones de estas señoras, incluso un terreno.

•Funda el Hogar de Cristo
Con la venia de sus superiores, y habiendo iniciado una campaña en El Mercurio —donde daba cuenta de su proyecto señalando: “dar posada al mendigo, darle alimento, darle educación, si fuese posible iniciar a algunos en un trabajo que los haga escapar de su horrible miseria”—, el 21 de diciembre de 1944 se puso la primera piedra del Hogar de Cristo en el terreno donado por la familia Covarrubias Valdés, en la calle Bernal del Mercado, cerca de Estación Central.

En septiembre de 1945 quedó resuelta la compra de una casa en el barrio Independencia, para instalar un hogar de niños en vagancia, y poco después la fundación de un hogar para mujeres indigentes y sus hijos, en calle Tocornal.

En 1946 fundó la Escuela Granja, en Colina, producto de su interés no sólo por dar alimento, sino también instrucción técnica a los jóvenes y educación familiar a los adultos.

•Su trabajo en el mundo obrero y en la difusión de su ideal
En junio de 1947, la Acción Sindical y Económica Chilena (Asich) fue objeto de sus desvelos. Surgió con ciertas reticencias de la jerarquía, pero hacia 1950 ya era reconocida por la Conferencia Episcopal. Lo que era un imperativo para la Iglesia, temerosa del avance comunista, fue una señal para el padre Hurtado.

En agosto de 1947 el padre Hurtado viajó a Europa y en Roma fue recibido, el 8 de octubre de 1947, por S.S. Pío XII, a quien pidió autorización para preparar dirigentes obreros en el pensamiento católico para los sindicatos, y patrones jóvenes comprometidos con la doctrina social. La petición fue bien recibida por el Papa.

En 1949 publicó El Orden Social Cristiano en los Documentos de la Jerarquía Católica y Sindicalismo, Historia, Teoría, Práctica. La necesidad de difundir la doctrina social y su acción, lo llevaron a pensar, hacia 1950, en la fundación de una revista y así nació, en octubre de 1951, Mensaje, de la cual fue su primer director. Esta fue su última obra.

•¡Contento, Señor, Contento!
En 1952 su extenuante actividad y entrega por los demás hizo cada vez más evidente su enfermedad: cáncer al páncreas, mal muy poco común en esa época. En su lecho de enfermo quiso recibir a todos, era un moribundo feliz que decía ante la muerte: “¡Contento, Señor, Contento!”, ahora “porque vuelvo a mi Padre Dios”. El 18 de agosto de 1952 dejó este mundo.
Su labor sacerdotal, unida a su vocación educadora y social, se plasmaron en su obra, duradera e inspiradora de muchas generaciones, producto de su lucha incansable por despertar la conciencia de los católicos, para que la fe se encarnara en la vida.

Como él mismo decía: “Nunca los valores de verdad, de justicia y de amistad fraternal se quedarán sin testimonio”. Su espíritu de caridad y su capacidad de actuar cautivaron y atrajeron la admiración de sus contemporáneos y de los que aún siguen su inspiradora senda.

•Beatificado
El padre Alberto Hurtado fue beatificado por el Papa Juan Pablo II el 16 de octubre de 1994. El proceso continúa en la búsqueda de su canonización.

Sus restos descansan hoy en el Santuario que lleva su nombre, ubicado en la comuna de Estación Central en Santiago, a un costado del Hogar de Cristo. Allí también se encuentra el Museo del Padre Hurtado.

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